Para este último sábado de marzo se programó un colazo urbano diseñado especialmente para principiantes (eso sí, al estilo CDS). Esto quiere decir que no fue un paseíto cualquiera. En las siguientes líneas compartiré esta experiencia.
Según yo, por ser un colazo para principiantes y urbano para más detalles, se trataría de un paseo, algo relajado. Estaba consciente de que el destino sería San Cristóbal, un sector del municipio de Mixco, aledaño a Villa Nueva y por ese motivo las «subiditas» las teníamos aseguradas.
Seguido de las palabras del guía para algunas actividades y actualización de avances de otras, vinieron las indicaciones y recomendaciones para el recorrido del día.
Del punto de reunión salimos a buena hora por las calles y avenidas de Villa Nueva hasta salir a la carretera principal. Allí se nos unió don Juan de Dios, quien reside por ese sector.
Cuando nos dimos cuenta, el tráfico era insoportable, por tratarse de una importante vía y el día, ya circulaban camiones junto a automóviles y buses. Sobre la bicicleta pasamos muy rápido, mientras ellos permanecían detenidos.
La primera subida hacia San Cristóbal
Nuestro primer reto fue una cuesta a la que le «llevaba ganas» desde hacía varios años. Los vehículos que pasaban a par nuestra respetaban la distancia y se aseguraban de no acercarse tanto. Esto lo percibí como algo positivo, porque hay muy poca cultura de respeto hacia el ciclista en el país.
Siendo esta la primera vez que subía esta carretera me fue bien, ya que sin un esfuerzo desmedido logré llegar en buenos términos. Todo bien.
Después de descansar un rato, comer un banano (cortesía de José), hidratarnos y una que otra foto, nos dispusimos a alcanzar la siguiente meta. De allí en adelante también serían cuestas de menor dificultad si la comparamos con la primera, pero siempre representando un reto.
Por fin llegamos al camellón central del Bulevar San Cristóbal, un lugar que cuenta con suficiente espacio para transitar en la bicicleta y en una buena parte tiene, de hecho, una ciclovía y otro carril para peatones para que paseen con sus perritos o bien, para corredores.
Al llegar al centro comercial que sería nuestro punto de referencia, cruzamos buscando un lugar del que solo el nombre había escuchado: El Campanero.
Después de unas interesantes bajadas en asfalto llegamos a una parte en la que posiblemente lo hubo, porque ya solo transitamos sobre polvo. Después de las respectivas fotos continuamos el viaje.
El regreso con aprendizaje agregado
Justo cuando íbamos en un descenso con buena velocidad, a alguien se le cayó un pachón y me detuve a levantarlo. Ambos nos rezagamos del grupo y fue cuando empecé a sentir que los cambios no se hacían en el piñón, pero continué y dije, «ya se arreglará».
Cuando ya nos tocaba buscar el Bulevar Principal de San Cristóbal (que es una bonita subida) fue cuando me tuve que bajar a revisar por qué no se hacía los cambios y fue cuando me di por perdido: ¡no llevaba conmigo la herramienta!
Caminé a la par de la bici porque sería demasiado difícil subir con esa velocidad y porque todavía hacía falta camino para el regreso.
El grupo me esperaba y me preguntaron qué había pasado, les conté y acordamos que en otro punto veríamos qué se podía hacer.
Llegamos a Villalobos, por el puente y gracias a la rápida reacción de José, quien consiguió un «cangrejo», para ajustar el bendito caballito.
Gracias a esta ayuda logré terminar el colazo sin complicaciones y con la moraleja viviente de no importa cargar un poco más de peso, pero es necesario llevar herramienta básica para apuros en las rodadas.
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