La profesión del corrector de texto sin duda alguna es interesante, deja muchos conocimientos a diario y sobre todo, anima a aprender sobre variedad de temas.
Desde la vida académica, en las aulas universitarias y en el perfil del egresado de Letras te indican que una de la funciones que puedes cumplir es la de corregir texto para medios de comunicación, editoriales, en la publicidad.
Qué tan bien es recibido alguien al que llaman «corrector»
Puedo decir abiertamente que concuerdo con las palabras de Antonio Martín Fernández en la conferencia «¿Quién quiere un asesor lingüístico?» en la que aseguraba que desde el inicio esa palabra refiere a que hay una persona que te dirá «qué está bien y qué no» y por lo tanto trae consigo un mensaje o una carga negativa.
Puedo pensar que este ha sido mi caso desde que me desarrollo en esta profesión. He tenido experiencias con personas que han aprendido de «las correcciones» que les indiqué en su momento, los hay también quienes preguntaron y resolvieron sus dudas y si no fue suficiente con mi explicación, ahondaron por su cuenta en el tema.
Es por eso que pienso que sí debería iniciar una revolución con esto de llamarnos correctores y me sumo a presentarnos como asesores lingüísticos, porque en realidad eso es lo que hacemos.
Considero que aportamos —ya sea al tesista o al comunicador— con nuestro grano de arena para hacer de su texto un trabajo comprensible, bien estructurado y funcional.
Nuestra tarea es ayudar, nunca señalar con mala intención alguna deficiencia de escritura, pero sí ser claros en que hay ciertas debilidades que se deben enfrentar de manera directa, con lecturas adicionales, mucha práctica en la escritura, pero lo fundamental es la actitud y el deseo de cambiar esos malos hábitos y aprender.
Espero continuar aprendiendo y colaborar con quienes redactan, porque comprendo a la perfección que escribir esa una profesión aparte, un mundo distinto al de la revisión de textos, pero relacionados entre sí.
Jamás negaré que llega el momento en el que cruza el pensamiento por rehacer uno mismo el texto porque no termina de convencer, pero es de comprender el estilo del autor. Es muy seguro que quien lea esto tendría el mismo pensamiento, porque han de pasarle por la mente miles de ideas de cómo debí abordar este tema, no solo de forma, sino de fondo.
Buscando llegar a la catarsis, después de algunos años en esto, me animé a escribir estas líneas.
Si algún colega llega a toparse con este breve texto, espero que brinde a mi salud y siga con fuerza en su trabajo.
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