En esta ocasión, ya con la experiencia del 2018 y con la práctica de los últimos meses, sin contar con el entusiasmo de esta vivencia, nos decidimos acompañar nuevamente al Grupo Scout 80 BP en la travesía hacia Amatitlán.
Cada viaje es distinto
En esta oportunidad no hicimos “calentamiento de 8 kilómetros” porque Dereck, Vale y Dominick nos llevaron desde la casa hacia la sede del grupo, en la zona 8 de la capital guatemalteca.
Desde el comienzo supimos que sería una aventura distinta porque mi primer sobrinito iba a su primera travesía de este tipo, claro que acompañando en el carro que serviría de apoyo a los ciclistas.
El recorrido hacia Amatitlán desde la Zona 8
Después de las recomendaciones y advertencias del caso, Ramón —jefe de grupo— indicó que la tradicional travesía daba comienzo, la edición 31.
Los puntos de referencia para el recorrido por los que transitamos son: Calzada Atanasio Tzul, Ciudad Real, El Frutal (Villa Nueva), San Miguel Petapa, Villa Canales y Amatitlán.
Nuestro recorrido para rematar el viaje
En buen guatemalteco estábamos “picados”, pues teníamos deseos de continuar pedaleando para hacer que nos ardieran las piernas. Ya lo habíamos logrado al repetir la cuesta de Monte Sión, ya que solo una vez no nos bastó.
Entonces decidimos ir a buscar alguna ruta que nos llevara hacia otro punto. Y así fue, salimos del parque del muelle y seguimos una calle de terracería hasta que llegamos a un punto donde aparecía asfalto y se cortaba el paso de vehículos.
Solo subidas
Logramos entender que era el inicio o final del famoso Paseo del Lago. En esta ruta alcanzamos cierta altura porque a mí el cansancio de las piernas no me permitió continuar y acordamos que algún día regresaremos más frescos para una mejor experiencia.
Al bajar nuevamente y llegar a las cercanías del muelle nos dirigimos por una calle que alguna vez tuvo asfalto, recordábamos que por ese camino llegaríamos al arco que da inicio a la carretera antigua, que es una subida pronunciada.
Nuevamente experimentamos un breve tramo para sentir el esfuerzo en las piernas hasta que llegamos a un punto en el que Antonio decidió que era suficiente como para regresar.
El arco de la carretera antigua
Aprovechamos a tomarnos unas fotos bajo el arco, no sin antes hacer el favor de fotografiar a un grupo de motoristas, del que todos los integrantes querían aparecer en la imagen.
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