La tradición de la danza del Palo Volador que presenciamos en esta ocasión fue la que se lleva a cabo en el departamento de Quiché, específicamente en un municipio de Joyabaj.

Se trata entonces, de un recuerdo del 2018 y cómo vivimos por primera vez el hecho de presenciar esta danza tradicional del país.

El Palo Volador y su relación con el Popol Vuh

Desde que me enteré que esta es la representación de una historia narrada en el Popol Vuh me quedé maravillado. En ello radica su importancia, ya que el libro sagrado de los k’iche’ narra la aventura de Zipacná, 400 muchachos y los gemelos divinos, mismos en la que se involucra a un gran tronco de árbol (el palo volador).

Recuerdo que fue en el curso Literatura Precolombina, de la licenciatura en Letras, cuando vimos este tema. Fue un curso enriquecedor para comprender y conocer sobre los escritos, danzas y otras tradiciones que a nuestros días han llegado por el cuidado que se les dio por parte de los comunitarios y autoridades guardianas del legado.

Descripción de la danza

Se trata de un baile o danza precolombina en la que dos danzantes suben por las escaleras atadas al grueso y alto tronco. Al llegar a la cima aseguran uno de sus pies a una gruesa cuerda para dejarse llevar por la gravedad.

En la parte superior del gran tronco, dos personas con disfraces que representan a monos, hacen girar una sencilla estructura hecha de pequeños y gruesos troncos para que desciendan los danzantes conforme se desenrolla la cuerda.  Mientras tanto, los voladores van por los aires sujetos a la cuerda esperando llegar a la superficie.

Durante la jornada hubo más de 25 descensos desde la cima del tronco. Para nosotros, presenciar que dos niños, de aproximadamente 10 años, tuvieran el valor para hacerlo fue algo que nos mantuvo en suspenso y con nerviosismo mientras estaban en las alturas. Seguramente en unos años ellos dirigirán la danza.

En Joyabaj, Quiché, presenciando el Palo Volador

Esto sucedió un 15 de agosto de 2018, fecha importante para varios municipios del país. Aprovechando que en la capital había asueto, decidimos emprender viaje para ir a presenciar el gran atractivo del Palo Volador. Allá era una fiesta como cada año, llena de color, simbolismo, creencias y sonidos.

Después de un recorrido de casi 4 horas, desde la capital guatemalteca, llegamos a Joyabaj y la festividad general ya había arrancado. Con mi hermana menor caminamos hacia la plaza central, frente a la iglesia católica del lugar para ver los ensayos o pruebas, la danza principal aún no había comenzado.

En el lugar se llevaron a cabo varias danzas tradicionales en simultáneo. Cada grupo de baile hacía lo suyo con el ritmo de la música.

Algunos cuerpos de baile tenían sus pequeñas marimbas, otros incluían una batería, vimos incluso una danza con solamente un tambor de cuero acompañado de flauta, hasta ver dos convites amenizados por grupos cantando en vivo sobre un escenario armado para la ocasión.