Este regreso a Sumpango para un 1 de noviembre era algo que estaba en la lista de pendientes desde hace unos años. Se trata de una tradición muy conocida en Guatemala por su colorido y significado que viene desde hace mucho tiempo y se mantiene en la actualidad.

Una experiencia distinta
Con anterioridad había visitado el lugar para esta fecha, sin embargo, como algo ya sabido en esta vida, cada ocasión brinda nuevas experiencias y hay que rescatar lo positivo de cada una.

Después de una visita relativamente corta a Santiago Sacatepéquez, con Nidia, mi mamá y la menor de mis hermanas nos dirigimos hacia Sumpango.
Por la hora en la que iniciamos el recorrido hacia este otro municipio de Sacatepéquez sabíamos que costaría el ingreso por la conocida popularidad que con los años ha ganado el Festival de Barriletes Gigantes.

Dicho y hecho. Desde kilómetros atrás, las largas filas de vehículos nos avisaban que el paso estaría complicado, no se diga ubicar parqueo o estacionamiento y ni hablar de entrar al pueblo.

Afortunadamente encontramos un lugar decente para estacionar a orillas de la carretera, cerca de una de las entradas secundarias. Esta ruta evitaría que transitáramos por el centro del pueblo. Un mar de gente, así resumiría lo que pasamos para entrar y salir del lugar.
Barriletes Gigantes de Sumpango en 2017
Lo importante aquí es resaltar lo bello de los barriletes. Qué hábiles son los participantes en el concurso para elevar al cielo cada barrilete.

Los hay de 2, 3 y 5 metros de diámetro. Es de imaginar lo complicado de elevar semejante pieza y sin embargo, a ellos se les hace tan fácil. No por gusto llevan décadas en ese arte, porque no solo se trata de volarlos.
Es algo mucho más profundo, pues invierten recursos y mucho tiempo para crear esas coloridas muestras de ingenio, conciencia e identidad.

Barriletes con mensajes
A diferencia de otros años, en esta ocasión percibí que los mensajes que expresaban fueron muy contundentes.
A fin de cuentas, estamos inmersos en una sociedad y a todos nos afectan los actos de las autoridades. Ellos expresaron sus ideas en los colores utilizados y en las palabras dirigidas.

En mi apreciación, la multiplicidad de colores se funde para dar vida a un mensaje vivo, que está lleno de emociones transmitidas por manos que también sienten y desean un país libre de problemas.

Y esto fue mi aventura para ir a ver los Barriletes Gigantes en Sumpango, del departamento de Sacatepéquez, en Guatemala. Tendré que volver, aunque no sé cuándo, pero es muy seguro que lo haré.
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