A esta aventura de ascenso al Volcán San Pedro, en Sololá, Guatemala, fuimos con mi hermano Antonio en compañía de un amigo y su grupo. En esa ocasión (enero de 2015) veríamos cómo le hacíamos para llegar, porque no conocíamos muy bien la ruta, y porque el viaje era en camioneta extraurbana.
El Volcán San Pedro se ubica en el departamento de Sololá, en la región del occidente de Guatemala. Es uno de los 3 silenciosos guardianes del tiempo del Lago de Atitlán. Digo esto de guardianes, porque de manera simbólica (y literal) han estado allí frente al lago haciéndole compañía o quién sabe, cuidándolo.

La salida de la capital, rumbo a Panajachel
Como en el caso de ir rumbo al mirador del Rostro Maya, el bus se debe abordar para mayor comodidad en el estacionamiento. Este queda en la Zona 8, en un sector conocido como la 41 calle. Fue allí donde nos reunimos con Marvin y su grupo de amigos.
Después de mucho esperar, decidimos irnos en una de las famosas Tacaná, una línea de camionetas extraurbanas que se distinguen por sus colores naranja y verde. Al tomar esta decisión, sabíamos que en Los Encuentros debíamos tomar otra camioneta hacia Panajachel.

Qué hacer al llegar a Panajachel y a dónde dirigirse
Al llegar a Pana, hay que dirigirse al muelle para abordar una lancha que lleve a San Pedro La Laguna. Al nada más bajar de las lanchas provenientes de Panajachel, ya del lado de San Pedro, hay jóvenes que prestan servicio de transporte por medio de tuk –tuks (mototaxis) hacia el lugar donde se inicia el ascenso, en un centro de visitantes, que es la entrada oficial al volcán.
En este lugar se hace el pago de Q 50.00 por persona. Este dinero sirve para el mantenimiento de los miradores, el pago a los guardarrecursos y guías.
Recomendaciones en la subida al Volcán San Pedro
El primer tramo se camina entre cafetales, el terreno se caracteriza por ser polvoroso y seco. Es por eso que recomiendo empezar con un ritmo lento, para evitar que el polvo afecte las vías respiratorias y así no quemar todas las energías por la emoción del momento.

El guía acompaña al grupo en el trayecto introductorio, se podría decir que se trata del calentamiento de músculos, ya que en adelante es cuando se inicia el verdadero ascenso.
Algo muy importante es la hidratación, punto clave en cualquier intento por alcanzar la cima de algún volcán o montaña. Por eso mismo, para este recorrido sugiera llevar al menos 3 litros de líquidos por día, ya sea agua pura, suero o bebidas hidratantes.
Eso sí, parece consejo de nuevo, pero visto siempre en el grupo propio o ajeno: jamás llevar bolsas de gabacha en la mano.

Aprecia la belleza natural de la ruta
Una vez que se comienza a ascender, los cafetales son parte de la vista ya que el sendero atraviesa entre ellos. Después de terminar las áreas cafetaleras comienza el bosque espeso y el ambiente se refresca aun más.

Hay que mencionar que en la gran mayoría del recorrido, el sendero está conformado por gradas elaboradas con ramas de árbol. Esto facilita el avance y evita deslizamientos en los espacios estrechos y muy empinados. Sin embargo, esto representa un cansancio por el esfuerzo físico que representa dar el paso en cada grada.
De impresionante belleza es el bosque que se atraviesa en el ascenso de este volcán. Caminar en silencio, avanzar, y vencer cada grada, una por una, ayuda mucho a pensar y platicar con uno mismo.

Aunque vayas con un grupo de amigos, por momentos el silencio te ayuda a percibir ese ambiente que solo en la montaña puedes encontrar. Y, por qué no decirlo, la emoción de ganar altura se ve recompensada y duplicada cuando llegas a cada mirador.

En esa ocasión, encontramos 2 miradores en buen estado, hechos con madera rústica del lugar, bien cimentados y con capacidad para soportar el peso de varias personas en los dos niveles. Estos miradores son espectaculares, propicios para fotografiar el paisaje y por qué no, el tiempo para una selfie.

La anhelada cumbre del volcán
El lugar para acampar (si se desea hacerlo) es reducido en la parte alta, aunque también hay un espacio más amplio 20 minutos antes de llegar y se identifica porque hay un columpio gigante y una pequeña cabaña. A partir de aquí, me sucedió algo que les contaré:
Mi hermano siempre ha sido mi alero en estas salidas y quien me ha salvado cuando sufro algún tipo de imprevisto en la ruta. En esa ocasión, unos fuertes calambres aquejaron mi buen andar y me costaba muchísimo seguir en movimiento. Nuestro grupo llegó a buena hora a la cumbre y yo me atrasé bastante, cuando ya casi se empezaba a notar la caída de la noche, mi hermano regresó sobre sus pasos para ir a buscarme y a cargar la mochila que en esos momentos pesaba demasiado para mí.

Ahora bien, el punto más alto se alcanza siguiendo el camino y venciendo los obstáculos de las rocas, que al final de cuentas, son gigantescas y sirven como mirador natural. Desde este punto se tiene una vista del Lago de Atitlán y algunos poblados. También es posible apreciar los volcanes Tolimán y Atitlán.

Al día siguiente, como en muchas ocasiones, el regreso es otro mundo. Hay otras vistas, llevas menos comida, pesa menos la mochila y ya descansaste, pero sientes el esfuerzo del día anterior. Afortunadamente, el retorno a la capital estuvo de lo más normal y puedo decir que fue un ascenso ameno, agotador, eso sí.

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