Mi etapa como dirigente scout en el Grupo 80

Esta entrada la tenía pendiente desde años atrás, ya que en su momento publiqué la de mi etapa como niño en el Grupo Scout 80 BP. Pero ya analizando un poco más, recordé los momentos que viví en esa etapa en la que era un adolescente más que fue adquiriendo muchos aprendizajes.

Claro está, el mío no es un caso excepcional porque hay miles de historias como la mía: un joven de 16 años recién salido de la tropa scout que pasa a ayudar como dirigente de una sección porque en el grupo no está la sección siguiente: el clan de Rovers (seguro, esto es otra entrada para más adelante).

Mi historia como dirigente en el Grupo Scout 80 BP en Guatemala

Esta etapa de mi vida comenzó cuando por la edad me correspondió dejar la Tropa Scout, que ahora se le conoce como Unidad Scout. Dicha sección era la indicada para niños y jóvenes entre los 11 y 16 años cumplidos. En ese momento, llegó mi hora de abandonar a mi patrulla, la Águilas. Dejé el banderín de patrulla y el cargo de guía en la respectiva ceremonia de despedida y debía continuar mi vida scout en otra sección.

Mi breve paso por el Clan de Rovers

Para ese año de mi salida de la tropa aún estaba en funcionamiento el clan de Rovers, fue un paso como de tres meses en el que al regreso de un campamento de aniversario nos indicaron que se había tomado la decisión de la disolución de la sección. Quedé algo así como en el limbo, ya que mi deseo era continuar en el Grupo 80, pues había otras opciones de clanes en otros grupos.

Un adolescente a cargo de otros adolescentes

Como lo mencioné anteriormente, mi caso es como el de muchos, pero siento que para es importante reconocer esa etapa de mi vida en la que aprendí tanto. Esto porque me ayudó a ser más ordenado, organizado, a tener responsabilidades distintas a las que mis amigos de la misma edad tendrían.

Aprendizaje muy valioso para la vida

Fui subjefe o subdirigente de tropa, ya que mi hermana mayor, Valeska, era la jefa de tropa. Con ella aprendimos a planificar, programar y llevar la sección por buen camino. Nuestro objetivo siempre fueron los patojos, su progreso o adelanto, su avance en la superación de temores, en reforzar sus habilidades y formar jóvenes con objetivos claros.

En lo personal, esta experiencia me ayudó muchísimo al afrontar algunas vivencias que en definitiva forjaron mi carácter. Definieron mi estilo de liderazgo que hasta la fecha me acompaña y sostengo: Escuchar mucho antes que solo indicar lo que se debe hacer.

Con el paso del tiempo y conocer el carácter de los jóvenes scouts me aportó cierta experiencia a identificar algunas mentirillas, cuando te respondían con lo que sabían que querías escuchar o bien, cuando la sinceridad estaba a flor de piel.

Con esto viene a mi mente una muestra de la sabiduría popular hecha frase, de esas que se transmiten de padre a hijo y que va más o menos así: «Te voy a decir que sí, pero no vayás a contar que me baboseaste». Me sirvió y me sigue funcionando ese olfato.

Entre tanto que logré aprender del Movimiento Scout en la parte de la dirigencia fue comprender desde antes de tener a personas a cargo en el ámbito laboral, que no hay duda que la mejor manera de liderar es desde el corazón. Dependerá de diversas situaciones las que harán destacar lo mejor de uno como líder.

Un ciclo que comienza debe terminar

Esta aventura llamada dirigencia de tropa scout fue una parte importante de mi vida, llena de satisfacciones personales, muchos aprendizajes, llantos y frustraciones también, por qué no decirlo.

Como todo en la vida, ¡vaya si no! así como tuvo un comienzo en ese octubre de 1994, en 2004 llegó el fin de mi vida como scout. Momento complicado y difícil para mí y mi familia.

¡Siempre listo!